FRAGOR EN LA CALETA de Emil García Cabot


Por BEATRIZ TERESA BUSTOS

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Editorial Dunken/ Buenos Aires / 2000

La novela Fragor en la caleta, de Emíl García Cabot[1] fue editada en el año 2000 por la Editorial Dunken. Luego, en una segunda publicación se cambió el título por ENTRE MAREAS si bien, es la misma obra, me hace pensar de manera diferente el análisis del libro, ya que los títulos dan distintas sensaciones y, además, difiere el fondo simbólico de ambos.

Como dice Bertha Bilbao[2] alude a la sensación existente en el movimiento de las aguas y el destino del grupo social. Pero, la palabra «fragor», personalmente, lo relaciona con ruido, estruendo, cuando el mar entra en ira contra la caleta[3].

En la novela, narrada en tercera persona en forma omnisciente, conoce todas las acciones pasadas, presentes y futuras de los personajes, sus pensamientos y sus deseos más íntimos. El autor desplaza el argumento de un amanera sencilla y clara, creando un microcosmos en el que muchos factores y la naturaleza interactúan con los personajes.

La historia se desarrolla en Las toscas, un pequeño pueblo situado en San Antonio Oeste[4], asentado al borde de la caleta como si fuera una espina dorsal. Tiene valores humanos, sociales y culturales. A través de las conversaciones, más los diálogos interiores de los personajes, se puede deducir el fondo el problema nudo. De ahí su particularidad para despertar diversas sensaciones en el lector.

Un tema recurrente en la obra de Emil García Cabot es la soledad del ser humano, eje transversal que no escapa a ésta su novela de estilo modernista; tiene un marcado fondo existencialista, agregado el problema social, laboral y económico del lugar.

Los sucesos comienzan a principios de siglo en el sur de Argentina[5]. Cuando Aurelio Folco, recién recibido de Agrimensor, retorna a Toscas Negras, pueblo pesquero del sur argentino, llamado así por los grandes rodados negros que cubren el fondo de la Caleta”[6].

Percibo a estas “toscas negras” como imágenes del KYBALIÓN, cuyo principio es la correspondencia entre lo mental con lo físico, lo de arriba con lo de abajo, lo de dentro con lo de afuera, lo cercano con lo lejano, y estos “principios” se notan desde el comienzo.

La historia tiene una gran verosimilitud en el espacio y el tiempo y consta de dos personajes principales, Aurelio y el lugar. Uno emparentado por las circunstancias con el otro. El primero, camina sobre la Huella Vieja hacia su casa; el segundo, se le ofrece para llevarlo; ambos con una historia que subyace bajo sus pieles. Hombre y tierra, en toda la obra, interactúan, se pertenecen, y a la vez, se desafían.

Emil García Cabot narra el trasfondo de la vida de Aurelio, quien tuvo una niñez solitaria, con un padre ausente en lo afectivo. La relación de él y Folco era la de dos extraños que saben y deben relacionarse porque lo dice la sangre. Conrado —un empleado—, lo define dolorosamente como un “hijo criado medio a lo guacho”.

Aurelio arriba como un forastero al pueblo que lo vio nacer, ¿por qué regresaba? ¿Acaso, un Agrimensor de su propia vida? Este viaje lleva al joven a un punto de intersección en su existencia. Aurelio tiene un gran conflicto interior que cobra mucha importancia en la novela porque siente que está entre dos fronteras, una “su mundo”, la otra, el mundo “conocido”. Regresa, sin saberlo, a desmontar el pasado, decisión tan necesaria para continuar.

Retorna a su antigua casa “Los Neneos”, donde nadie lo esperaba. El hueco entre Aurelio y su padre no podía llenarse solamente con palabras.

Es el cronotopo, relaciona el espacio con los lugareños. Tiene un tiempo natural, cíclico; con uno familiar de la vida cotidiana, no habitual. La historia narrativa se circunscribe a un lugar específico, casi inhóspito, los personajes se relacionan entre ellos a través de las circunstancias que ocurren en el pueblo, y donde aparecen en escena dos mujeres, Elsa: soñadora, idealista, y Lucila: centrada, decidida, resuelta, pensadora, reflexiva. El amor y la atracción sutilmente van haciendo un entramado en el corazón del joven.

El autor describe en pequeños episodios o capítulos enumerados y breves, acontecimientos de soledad, desamor, violencia, intriga, anhelos, enamoramiento, reproches, búsqueda y muerte; en un lugar delimitado, natural y aislado por completo.

Por esta causa (“lejos de todo”) es uno de los propósitos de algunos lugareños que piden y proyectan la creación de una carretera. Otros como Humberto Sosa quien, con pelos y señales, demostraba la enorme ventaja de su proyecto: crear un puerto de aguas profundas; idea que reaparecía cada año cual conveniencia electoralista.

Los pescadores estaban en conflicto, siempre trabajaron por su cuenta, pero la llegada de la empresa Corvimar con lanchas mejores equipadas, los inhibía de poner precio a la pesca. Los empresarios crearon expectativas en el pueblo y solo habían cumplido en parte la promesa; y los trabajadores viendo que nada mejoraba, comenzaron una huelga en donde todos perdían dinero.

Había una gran diferencia entre Aurelio, que había conseguido marcar el trayecto de la nueva ruta y que perfilaba como un dolor de cabeza por las inclemencias del tiempo, habituales en el lugar, y Manuel, quien, soñaba con una plantación. Entre ellos se relacionan dos conciencias separadas por la época, por la diferencia de clase y por sus anhelos sobre el lugar.

FRAGOR EN LA CALETA, tiene conversaciones entre los personajes que permiten identificar las distintas voces y visiones sobre un mismo tema, siempre con detalles en función de las experiencias personales, donde la única fuente de trabajo es la pesca.

Es difícil abrirse caminos en la vida, y más, en los que otros diagramaron. Los senderos internos, nunca son una recta que va desde el corazón a la mente, sino que son un camino sinuoso, se desvían llevados por la fuerza de los sentimientos, por torrentes de contratiempos y lágrimas.

Porque ese abrirse camino está diagramado por sueños y a veces se pierden entre los bosques de la sinrazón, otras, por la selva enmarañada de la memoria, la que jamás descansa, siempre anda trajinando, sembrando nombres, sensaciones y tormentas bajo nuestra piel.

Desde el fondo de nuestro ser algo nos alimenta a seguir, esa llama se impone siempre y aunque mengüe su luz, hay instante en que, sin quererlo, una mirada, una imagen nos acaricia y la flama (confianza en uno mismo) vuelve a iluminarnos. Entonces, aquello que pareció ser un gigante, empequeñece, y podemos contemplar más allá las cosas que nos salvan, ya que el único obstáculo a vencer son nuestros temores y premoniciones.

Aurelio decide irse a vivir al pueblo. Quizás siga su relación con Elsa, pero, ¿será Elsa tierra fértil donde Aurelio sembrará su progenie?

Hay un paralelismo entre el camino del pueblo y el camino de la vida de Aurelio, donde sea cual sea el obstáculo debe superarlo. Al morir su madre (único cordón umbilical que lo ligaba a su casa), se muda al poblado para comenzar una nueva etapa en su existencia.

Había conseguido lo que tanto deseaba: ser el agrimensor de la ruta que habría nuevas esperanzas al lugar. Sin saber que este alejamiento de su padre era reflejo de su vida. Entre las experiencias vivenciadas encontró las fuerzas necesarias para trazar un nuevo camino para sus pasos. Aurelio se reconcilió consigo mismo y con del paisaje.

Tiene un final abierto. Pero, de seguro, el lector querrá saber más sobre lo que sucedió con Aurelio. Si llegó a terminar la ruta…y cuál fue el itinerario de su vida.

 

CONCLUSIÓN

En la novela Fragor en la caleta hay un predominio de una descripción muy personal y a la vez realista que atrapa. Narra la historia de Aurelio Folco quien recién recibido de Agrimensor regresa a Las Toscas, su lugar de nacimiento, buscándose a sí mismo, pero termina inmerso en los problemas políticos, laborales y sociales del lugar. Revive en su memoria imágenes sensoriales de la infancia, aún vívidas de situaciones no resueltas que le generaron, silenciosamente, un dolor mantenido y alimentado por años. A través de los días va desprendiéndose de esos recuerdos, para formar parte de los acontecimientos acaecidos en San Antonio Oeste.  

Emil García Cabot crea un paralelismo entre la soledad de Aurelio quien no encuentra respuesta ante el desamor y la incomprensión de su padre, con el de la desolada caleta, que habla con vientos y agua sobre hombres y bestias, techos y caminos.

Aunque es un texto ficcional, hace estremecer e inquieta por su verosimilitud, pone al lector en contacto directo con situaciones de un mundo cargados de detalles que, tal vez, lo animen a indagar la historia del sur argentino.

Es un placer bucear entre líneas y descubrir el entramado que subyace en ésta creación excelente de Emil García Cabot.



[1] https://emilgarciacabot.com/

[2] El prólogo de Bertha Bilbao alude a la relación existente entre el movimiento de las aguas y el destino del grupo social. El sugerente título de esta novela, Entre mareas, connota los vaivenes existenciales que se van produciendo en la vida de los pobladores de Toscas Negras, pueblo pesquero del sur argentino, llamado así por “los grandes rodados negros” que cubren el fondo de la caleta.

[3]  Ensenada pequeña, lugar distante de la costa, propio para pescar con anzuelo.

[4]  Esta ciudad se hizo fuerte e importante a partir de la habilitación, a 60 kilómetros de allí, del Puerto de Aguas Profundas San Antonio Este en 1983.

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